La Neuroeducación está empezando su camino, sin embargo, ya ha descubierto algunas cuestiones que nos pueden ayudar, porque ahora sabemos que es muy importante tener en cuenta el papel trascendental del cerebro en los procesos de aprendizaje.
Por ello, con este proyecto desde la Neuroeducación nos planteamos conocer nuestro cerebro como punto de partida para mejorar los procesos de para aprendizaje, y por supuesto de enseñanza, porque no podemos olvidar que enseñar y aprender son procesos que van de la mano.
Partimos de la idea de que en cualquier profesión es imprescindible conocer las herramientas de trabajo; el médico conoce el fonendo, el albañil la espátula, ¿y nuestros alumnos, conocen, por poner algunos ejemplos, cómo funciona la memoria cuando aprendemos, cuál es su estilo de aprendizaje o la influencia que ejerce el sueño o la alimentación en el aprendizaje?
Muchos son los estudios, como hemos mencionado, que analizan las variables que influyen en el aprendizaje, especialmente los aspectos cognitivos, de hecho, esa aproximación cognitiva es recogida por el Ministerio de Educación y Ciencia (1989). Se recomienda la reflexión metacognitiva como parte del proceso de aprendizaje en el aula, haciendo a nuestros alumnos conscientes de los procesos que se emplean en la elaboración de conocimientos, facilitándole por todos los medios la reflexión metacognitiva sobre “las habilidades de conocimiento, los procesos cognitivos, el control y la planificación de la propia actuación y de los otros, la toma de decisiones y la comprobación de resultados” (M.E.C. 1989). Tampoco podemos olvidar que la metacognición, la motivación y el afecto son componentes del aprendizaje autorregulado que interactúan entre sí (Efklides, 2011).
Por tanto, el trabajar todas las variables que intervienen en el aprendizaje nos parece la mejor opción para fomentar el aprendizaje eficaz en el aula junto con el desarrollo de la autonomía del nuestros alumnos.
Por todo ello, nuestra propuesta propone una intervención neuropsicológica desde una perspectiva global e integradora de los aspectos que intervienen en el aprendizaje, que contemple tanto aspectos cognitivos, afectivo-motivacionales, sin olvidar las estrategias autorreguladoras del proceso de aprendizaje (lugar, tiempo, planificación…) con el objetivo de encontrar si hay diferencias en el rendimiento escolar de aquellos alumnos que utilicen unas estrategias de aprendizaje apropiadas tras llevar a cabo dicho programa, comparados con un grupo control.
La orientación educativa y la acción tutorial toman una especial relevancia en el currículo por su contribución a la personalización e individualización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que favorece que el alumnado, en función de sus necesidades, capacidades, posibilidades e intereses, alcance los objetivos de la etapa. Promoviendo metodologías adecuadas y coordinando la acción educativa del profesorado que interviene en cada grupo de alumnos y alumnas, se facilita el trabajo colaborativo no sólo entre los docentes, sino también con las familias y cuantos sectores sociales e institucionales puedan estar implicados en la tarea común de la educación
- I. Neuroeducación + enseñar y aprender
Al enseñar y aprender, todos los factores interactúan.
Y lo vamos a hacer de la mano del cerebro
La educación del siglo XXI debe ser capaz de favorecer el desarrollo global de la persona, prestando una atención especial a las variables físicas y emocionales como base para mejorar, no sólo nuestra percepción, atención y memoria, sino también los procesos de orden superior como el lenguaje, el pensamiento o la creatividad, generando mecanismos de adaptación a una vida en continuo cambio.
En nuestro caso el conocimiento del cerebro aportado por al neurociencia nos da la base para acercarnos al aprendizaje, desde la interacción conjunta de todas las variables que intervienen en el proceso.
Empezando por tener en cuenta los procesos más básicos que nos garantizan la supervivencia como especie, como son el instinto de pertenencia al grupo, la curiosidad, o la defensa ante una amenaza, y prestando especial atención al papel de las emociones en el aprendizaje, proponiendo actividades desafiantes y motivadoras. Por último, y no por ello menos importante, incluimos los procesos cognitivos, básicos y superiores, sin olvidar las funciones ejecutivas.
La parte mas instintiva del cerebro garantiza entre otros la necesidad de pertenencia al grupo. Por ello es tan importante incluir en el aula el trabajo colaborativo que favorezca un clima apropiado de aprendizaje.
El cerebro límbico se encarga de las emociones
Barbara Fredikson (2001) señala las ventajas de contar con las emociones como aliadas en todo el proceso de aprendizaje. En nuestro caso incluimos todas las inteligencias en el aula, siempre partiendo de la inteligencia intrapersonal, y por supuesto de la autogestión de las emociones positivas y el conocimiento propio como base del desarrollo de todas las habilidades.
La neocorteza se encarga de la mayoría de las funciones cognoscitivas.
En nuestras aulas integramos todos los procesos cognitivos, desde tener en cuenta el estilo de aprendizaje de nuestros alumnos, hasta el control de la atención, pasando por el trabajo explícito de la memoria, incluyendo, además, el desarrollo de la creatividad. Potenciaremos, por último, el trabajo explícito de los procesos de pensamiento desde la teoría del Thinking Based Learning (TBL) de Swartz (2013), el desarrollo de las funciones ejecutivas, así como el desarrollo de hábitos mentales (Costa, 1991).